De tal palo, tal astilla

Convento de San Ildefonso de Trinitarias Descalzas. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

Convento de San Ildefonso de Trinitarias Descalzas. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

sor marcela de san félix, orgullo de las letras del siglo de oro

En muchas ocasiones a lo largo de la Historia, la fama de los padres ensombrece los logros de los hijos. Ser hija de uno de los más aclamados autores teatrales de todos los tiempos y, además, mujer en el siglo XVII, no lo ponía fácil. Marcela del Carpio, más conocida como Sor Marcela de San Félix, fue hija natural de Lope de Vega y una de las dramaturgas más importantes de su tiempo, pero su obra y su figura apenas se conocen.

Marcela del Carpio nacía en Toledo el 8 de mayo de 1605, fruto del amor extraconyugal de Lope de Vega y la actriz Micaela Luján. Ambos estaban casados, por lo que registraron a la pequeña como hija de padres desconocidos, algo que no sucedió con Lopito, segundo hijo de la pareja que nació dos años después y sí fue reconocido por su padre.

Ambos niños fueron criados por una sirvienta hasta que en 1613 fueron a vivir a Madrid con su padre tras morir su segunda esposa, Juana de Guardo. Los años siguientes, Marcela y Lopito convivieron con su hermanastra Feliciana y con los hijos que su padre tendría con Marta de Nevares, en la casa que Lope de Vega poseía en la Calle de Francos (actual Calle Cervantes).

Marcela siempre fue una niña alegre y despierta. Desde muy pequeña gozó de la predilección de su padre, quien le dedicó su comedia El remedio de la desdicha y en sus versos siempre se refirió a ella como Lucinda. Sin embargo, con quince años decidió encauzar su vida lejos de un hogar lleno de niños en el que reinaba una vida desordenada, ordenandose monja en el cercano convento de San Ildefonso de Trinitarias Descalzas de la calle de Cantarranas (actual calle de Lope de Vega). Esta noticia impactó a Lope de Vega, que veía que la niña de sus ojos ingresaba en un convento de clausura.

Convertida en sor Marcela de San Félix, haciendo un guiño al sobrenombre por el que se conocía a su padre, desempeñó todo tipo de tareas dentro del convento: prelada (madre superiora del convento), maestra de novicias, provisora (guardiana de la despensa de alimentos), refitolera (encargada del mantenimiento y organización del comedor) e incluso gallinera. En este convento compartió vida contemplativa, entre otras religiosas, con sor Isabel de Saavedra, hija natural de Miguel de Cervantes.

Además de ejercer estas tareas, sor Marcela se convirtió en una extraordinaria escritora de poesía y teatro conventual, mostrándose como referente e inspiración para muchas otras religiosas en España e Hispanoamérica, como la mexicana sor Juana Inés de la Cruz.

Lope no se olvidó nunca de su hija y durante años la visitó asiduamente en el convento. Mantuvieron una estrecha relación que sólo terminó a la muerte de Lope en 1635. Sor Marcela pidió que el cortejo fúnebre pasara por delante del convento para poder dar el último adiós a su amado padre desde las celosías del edificio. Esta conmovedora escena fue inmortalizada en el siglo XIX por Ignacio Suárez Llanos en un cuadro que se conserva actualmente en Museo del Prado.

Sor Marcela de San Félix fallecería en este Convento de las Trinitarias Descalzas el 9 de enero de 1687, y allí fue enterrada.

A pesar de que quemó la mayor parte de su obra, incluyendo una autobiografía espiritual, por consejo de su confesor personal, la obra poética de sor Marcela se conserva hoy en el archivo de este convento y en la Real Academia Española. Una poesía que refleja claramente la influencia de su padre, tanto en la mordacidad satírica como en el singular uso de la métrica y del lenguaje.

Si nuestro “Fénix de los ingenios” levantara hoy la cabeza, comprobaría orgulloso cómo esa niña vivaz y dinámica, la única de sus diecisiete hijos que siguió sus pasos con la pluma, se convertiría con el tiempo en una de las escritoras más importantes de la literatura española del Siglo de Oro… a pesar de que, una vez más, la Historia no haya sabido reconocer su talento como se merece. Me gusta imaginar que hoy, en algún lugar, padre e hija seguirán compartiendo juntos su amor por las letras a ritmo de versos.

Sor Marcela de San Félix (Madrid, 1605-1687)

Sor Marcela de San Félix (Madrid, 1605-1687)

A la Pasión
A unas ansias amorosas
Otra a la soledad de las celdas
Otro, a lo mismo
Otro a un efecto amoroso
Otro, al jardín del convento
Otro al Niño Jesús; comento
Otro de actos de amor
Otro romance a una soledad
Romance al buen empleo del tiempo
Romance al Nacimiento
Romance de un alma que temía distraerse al salir de un retiro
— Sor Marcela de San Félix


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