Yo, ¿la peor de todas?

Monumento dedicado a Sor Juana Inés de la Cruz. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

Monumento dedicado a Sor Juana Inés de la Cruz. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

la poetisa rebelde del Siglo de Oro

¿Estarías dispuesta a entregar parte de tus libertades personales para poder cumplir tu vocación? Juana Inés Ramírez de Asbaje tuvo clara la respuesta a esta pregunta en el México del siglo XVII, en una sociedad que impedía a las mujeres laicas estudiar y formarse. Su pasión por las letras le llevó a tomar los hábitos, convirtiéndose en una de las más destacadas literatas del Siglo de Oro: Sor Juana Inés de la Cruz.

En el México del siglo XVII, el acceso a la educación y la curiosidad por el aprendizaje eran dos aspectos celosamente reservados y guardados por el clero masculino que, una vez más, excluía a las mujeres.

Juana Inés Ramírez de Asbaje y Ramírez de Santillana (San Miguel Nepantla, 1648- Ciudad de México, 1695) fue hija de madre criolla analfabeta y de padre militar español. Durante los tres siglos de colonia española, los criollos fueron los hijos repudiados de España y los mismos que, años más tarde, encabezarían la guerra de independencia contra los españoles.

La pequeña Juana fue una niña prodigio: aprendió a leer y a escribir a los tres años y a los ocho ya sabía latín. Su afán por aprender era tal que, si no conseguía memorizar una lección, se cortaba mechones de cabello pues “no le parecía razonable que estuviese vestida de cabellos una cabeza que estaba tan desnuda de noticias".

En 1659 se trasladó con su familia a Ciudad de México, para integrarse en la corte virreinal. Su inteligencia y talento cautivó a la virreina, pero también despertó los celos de la Iglesia y miembros de la corte que la sometieron a un examen ante cuarenta de los hombres más ilustres de la corte y el clero. Juana lo superó con éxito.

A pesar de todo, la realidad de su época golpeó a Juana: al ser criolla e hija ilegítima no podía optar a un buen matrimonio. Tampoco podía asistir a la Universidad ni continuar escribiendo sus versos por ser mujer… el convento era su única opción para poder acceder al privilegio masculino del conocimiento. Convertida en Sor Juan Inés de la Cruz, monja jerónima, consagró su vida al estudio y a la escritura.

Reunió una biblioteca con más de 4.000 volúmenes que le permitieron estudiar teología, astronomía, pintura, lenguas o filosofía. Compuso desde poesía y teatro hasta obras musicales. Su celda se convirtió en punto de encuentro y reunión de escritores, poetas, filósofos e intelectuales de la época, que aplaudieron su obra.

Se ganó la protección de los virreyes, que se convirtieron en sus principales mecenas, volviéndose intocable para el Santo Oficio. Gracias a los esfuerzos de la virreina María Luisa Gonzaga, la obra de Sor Juana Inés de la Cruz llegó a ser publicada en Madrid, dándose así a conocer al mundo.

La fama de la monja que componía versos a la virreina y criticaba a la Iglesia, creció como la espuma. Los muros del convento serían testigos de la escritura más rebelde de su época… hasta que, en 1690, los escritos de Sor Juana Inés fueron tachados por la Inquisición de demasiado mundanos, obligándola a retractarse de todo lo que había escrito, a vender su biblioteca donando los fondos a la caridad y a consagrarse por completo a la vida religiosa. Su propia penitencia queda expresada en la firma que estampó en el libro del convento y utilizo a partir de entonces: “Yo, la peor de todas”.

El 17 de abril de 1695, Sor Juana Inés moría víctima de una epidemia de tifus. Fue sepultada en la iglesia del templo de San Jerónimo, donde en la actualidad se asienta la Universidad Claustro de Sor Juana, en México. Al registrar su celda se descubrió que, en realidad, Sor Juana Inés había seguido escribiendo hasta la muerte.

Juana Inés Ramírez de Asbaje siempre confió en su talento y nunca dejó de luchar por demostrar sus capacidades frente a una sociedad que siempre intentó frenarla. Es curioso pensar cómo las autoridades de la época fueron más que benévolos con otros religiosos-escritores varones contemporáneos de Sor Juana Inés, como Góngora o Lope, sacerdotes desordenados y lujuriosos... y sin embargo con ella, una monja ordenada y reflexiva, fueron implacables.

Ejemplos como Sor Juana Inés de la Cruz, Sor Marcela de San Félix o María de Zayas ayudaron a comenzar a desatar el nudo que impedía que las artes se regeneraran a través de las mujeres... desafiando esta situación de desigualdad a través de la educación, la erudición y la escritura.

Sor Juana Inés de la Cruz (San Miguel Nepantla, 1648​-México, Nueva España, 1695)

Sor Juana Inés de la Cruz (San Miguel Nepantla, 1648​-México, Nueva España, 1695)

Hombres necios que acusáis/ a la mujer sin razón/ sin ver que sois la ocasión/ de lo mismo que culpáis
— Sor Juana Inés de la Cruz


¿Cómo puedo encontrar el monumento a Sor Juana Inés de la Cruz en Madrid?