Las palabras olvidadas

Casa de María Moliner. Madrid, 2020 ©ReviveMadrid

Casa de María Moliner. Madrid, 2020 ©ReviveMadrid

María Moliner: palabra por palabra

¿A quién no le gustaría dejar huella con una obra que marque su vida? ¿Un proyecto lleno de pasión en el que plasmar lo mejor de nosotros mismos, que influyera en nuestro entorno y por el que siempre fuéramos recordados? María Moliner consiguió cumplir todos estos objetivos elaborando, desde la soledad y la constancia, una colosal obra: su Diccionario de uso del español.

Nacida en Paniza, un pueblo de Zaragoza, en 1900, María Juana Moliner Ruiz demostró toda su vida ser una mujer rebelde frente a la época que le tocó vivir. A los cuatro años se trasladó junto a su familia a Madrid y allí pudo estudiar en la Institución Libre de Enseñanza, cuyos maestros despertaron en la pequeña María el interés por la expresión lingüística y la gramática.

Sin embargo, su proceso formativo se vería interrumpido en 1914: su padre abandonaba a la familia, que debía volver a Zaragoza, y obligaba a María, casi una niña, a dar clases particulares para sacar a su madre y sus hermanos de la miseria. Esta etapa vital forjaría una de las señas más características de su carácter: la perseverancia.

Con mucho esfuerzo, la joven conseguía continuar sus estudios y convertirse en una de las primeras universitarias españolas. Imparable, a los 21 años se licenciaba en Historia y, un año más tarde, se convertía en la sexta mujer, y la más joven, en conseguir plaza como funcionaria en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos.

Su vida familiar también le sonreía. Contrajo matrimonio con Fernando Ramón y Ferrando, catedrático de Física, que le acompañaría toda la vida. Junto a él, durante la II República, trabajó en las Misiones Pedagógicas de la ILE, ayudando a abrir un centenar de bibliotecas en la España rural y reivindicando el valor de la cultura, que consideraba fundamental para la paz y el progreso.

Tristemente, la progresión profesional de María quedaría truncada por la Guerra Civil y por sus consecuencias para los vencidos, entre los que se encontraba el matrimonio. Pese a que muchos de sus amigos optaron por el exilio, Fernando y María, de ideales republicanos, decidieron permanecer en España y fueron purgados por el franquismo durante la posguerra. Ella perdería dieciocho puestos en el escalafón y sería destinada a la biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid… era el final de su carrera como bibliotecaria, pero el comienzo de su titánica obra.

El nuevo puesto de nuestra querida bibliotecaria tenía el inconveniente de ser un trabajo rutinario pero, por otra parte, le dejaba muchas horas libres por las tardes para atender su casa y cuidar a sus cuatro hijos. Sin embargo, se sentía vacía, triste, por lo que ella definió como "la melancolía de las energías no aprovechadas" y empezó concebir la idea de elaborar un diccionario paralelo al de la Real Academia Española, que permitiera a los españoles sacar el partido adecuado a su lengua. Decidida, un buen día cogió un papel, se sentó en el salón de su casa y empezó a escribir.

Una máquina de escribir portátil, dos atriles, un lápiz, una goma y los mazos de fichas de papel que elaboraba ella misma, se convirtieron en sus inseparables compañeros para intentar recoger todas las palabras de la vida. Se nutría sobre todo de periódicos, donde afirmaba "habita el idioma vivo, el que se está usando, las palabras que tienen que inventarse al momento por necesidad". Abría una ficha para cada vocablo y las acumulaba en una caja de zapatos.

María Moliner ordenaba las palabras y las explicaba a través de sinónimos y palabras afines de una forma mucho más abierta que la recogida en el diccionario de la RAE. No sólo era un diccionario descriptivo de vocablos, sino que la zaragozana buscaba "guiar en el uso del español tanto a los que lo tienen como idioma propio como a aquellos que lo aprenden".

Lo que Moliner concibió como una labor de seis meses se alargó durante quince años. Un tiempo en el que se aisló por completo hasta completar los dos tomos y 3.000 páginas de su diccionario… una verdadera proeza. En 1967, la Editorial Gredos publicaba su obra, una de las aportaciones lexicográficas más importantes del siglo XX.

En 1972, María Moliner se convirtió en la primera mujer propuesta para ocupar un sillón en la Real Academia Española, pero esta institución le dio la espalda. Ella se alegró al enterarse, porque le aterrorizaba tener que pronunciar el discurso de admisión. “¿Qué podía decir yo”, dijo entonces, “¿si en toda mi vida no he hecho más que coser calcetines?”.

Poco tiempo después su querido esposo, Fernando, enfermaba y quedaba ciego. Ella lo cuidaría hasta su fallecimiento.

Sin su marido, su gran apoyo, la luz radiante de María comenzó a apagarse… más aun cuando le fue diagnosticada una arteriosclerosis cerebral que le provocaría una irremediable pérdida de memoria. Sus mejores amigas, las palabras, la fueron abandonando poco a poco hasta su muerte en 1981.

En este bloque de viviendas de la Calle Moguer, en Madrid, pasó sus últimos años María Moliner. Aquella sabia para quien la precisión en el lenguaje suponía un primer compromiso para mejorar el país, defensora de la cultura y autora del diccionario de todos y para todos, sigue hoy tan viva en nuestra memoria como sus queridas palabras… aquellas que el destino, en su versión más cruel, la obligó a olvidar.

*Dedicado al nieto de doña María, a quien tuve el honor de conocer mientras investigaba esta historia. Gracias por compartir conmigo los recuerdos de tu abuela, aquella entrañable mujer que nos demostró con su ejemplo que, en la vida, el compromiso vence a las circunstancias.

María Juana Moliner Ruiz (Paniza, Zaragoza, 30 de marzo de 1900-Madrid, 22 de enero​ de 1981)

María Juana Moliner Ruiz (Paniza, Zaragoza, 30 de marzo de 1900-Madrid, 22 de enero​ de 1981)

A mi marido y a nuestros hijos les dedico esta obra terminada en restitución de la atención que por ella les he robado
— María Moliner


¿cómo puedo encontrar la casa en la que vivió maría moliner en madrid?