¡Taxi!

Plaza de Herradores. Madrid, 2020 ©ReviveMadrid

Plaza de Herradores. Madrid, 2020 ©ReviveMadrid

sillas de manos, el parque movil del siglo de oro

Que el transporte público es algo determinante en las grandes ciudades no es algo exclusivo del siglo XXI… algunos sistemas como el taxi, o sus variantes, funcionan en Madrid desde hace más de cuatro siglos. Hoy es posible solicitar su servicio a través de teléfono, aplicación móvil o con un gesto tan sencillo como alzar la mano en la calle… pero de haber requerido sus servicios en el siglo XVII habrías tenido que buscarlos en una de las paradas de sillas de manos de la capital.

El traslado de la Corte a Madrid con Felipe II, supuso un crecimiento desbocado de la población. En 1561 se hizo patente la necesidad de reformas urbanísticas y de nuevos servicios para convertir aquel recinto medieval en una capital moderna, entre ellos la movilidad de sus ciudadanos.

Una de las primeras medidas para favorecer el transporte interurbano en la nueva capital fue la circulación de mulas acompañadas de un mozo, con quienes los interesados en el servicio pactaban un precio. Cuando los gobernantes se percataron de que esta actividad podía suponer ingresos para las arcas municipales establecieron normas e impuestos para los dueños de las mulas, que trasladaron sus negocios a los arrabales de la ciudad para escapar del control municipal.

Pero si las mulas de alquiler fueron los primeros servicios interurbanos que circularon por la villa, las sillas de mano pueden considerarse los primeros coches de alquiler que prestaron un servicio estrictamente urbano, germen de los actuales taxis.

Las sillas de mano fueron originalmente carruajes particulares destinados a las damas de clases más altas. Su uso se extendió tanto que durante el siglo XVII ya las hubo de alquiler y con paradas fijas en el centro de la ciudad, la primera de las cuales se estableció en este número 9 de la Plaza de Herradores. Posteriormente se instalaron nuevas paradas en las plazas de la Cebada, Antón Martín, Santo Domingo, Provincia, Puerta del Sol y Palacio Real.

Se trataba de un asiento suspendido entre varas, conducido por dos mozos que soportaban el peso del viajero y de la silla sobre sus hombros mediante correas. Marchaban uno delante y otro detrás a paso lento y eran relevados por otros dos criados cuando la distancia a recorrer era larga.

Aquel servicio supuso una auténtica revolución y tuvo gran impacto sobre la movilidad urbana… incluso las escaleras de las casas se construían con peldaños más anchos para que los mozos de silla pudieran subir a las señoras hasta la antesala de sus casas.

Este sistema de transporte llegó a crecer tanto que, en 1611, en pleno Siglo de Oro, tuvo que ser regulado por ley. También se estableció que nadie que no tuviera licencia pudiera ser mozo de sillas… la razón era la gran cantidad de holgazanes y vagabundos que llegaban a la capital en busca de oficios de poca especialización, para los que inicialmente solo se les exigía una buena constitución física.

Con el tiempo los carros de tiro fueron imponiéndose como medio de transporte de pasajeros en Madrid. A mediados del siglo XVIII, apareció un nuevo concepto de carruaje de alquiler con paradas fijas por la ciudad que recibían el castizo nombre de Simones, si eran coches cerrados, o Manuelas si eran abiertos. A pesar de lo novedoso del servicio, no gozó de buena imagen y pronto empezó a recibir críticas por su elevado precio y por el mal estado de coches y animales.

A finales del siglo XVIII, un nuevo concepto de carruaje de alquiler comenzó a ofrecer un servicio por horas o trayectos: los coches diligentes. El nuevo servicio disponía de puntos fijos de parada en las plazas de la Cebada, Puerta del Sol y Santo Domingo, diferentes horarios en función de la época del año y una vestimenta especial para los cocheros. Todos los madrileños podían utilizar el nuevo servicio público menos las personas que pudieran perjudicar su limpieza con trajes poco higiénicos, como “los carboneros, aceiteros, tocineros y otros de esta naturaleza".

El uso de carruajes públicos se mantuvo hasta la llegada del autotaxi a principios del siglo XX. El 27 de marzo de 1909 se ponían en circulación los primeros taxis modernos de la historia de Madrid. Muchos de los antiguos propietarios de carruajes se convirtieron en los primeros taxistas de la capital y, hasta después de la Primera Guerra Mundial, los tradicionales carromatos de alquiler convivieron con los nuevos taxis.

Hoy, más de 15.000 los taxis que circulan por las calles de Madrid. Un sistema de transporte que, en sus diferentes variantes, ha sido testigo de la Historia de la capital durante más 400 años… pero cuyo futuro no deja de presentar dudas y retos a los que deberá enfrentarse si quiere sobrevivir en el Madrid del mañana.

Leandro Eulogio Melitón Fernández de Moratín y Cabo (Madrid, 1760-París, 1828)

Leandro Eulogio Melitón Fernández de Moratín y Cabo (Madrid, 1760-París, 1828)

Los cómicos iban al teatro en sillas de manos, lo cual proporcionaba a la turba alegre de los apasionados ocasión de manifestarlas el aprecio. Otras veces, ni las cortinas ni, ni la celeridad, bastaban a libertarlas de los insultos más soeces…
— Leandro Fernández de Moratín


¿Cómo puedo encontrar la plaza de herradores en madrid?