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Plaza de la Cebada. Madrid, 2018 ©ReviveMadrid

Plaza de la Cebada. Madrid, 2018 ©ReviveMadrid

plaza de la cebada, secretos inconfesables

La Plaza de la Cebada de Madrid es una de las más animadas y concurridas de la ciudad y mi punto de encuentro favorito para un sábado de tapeo en el barrio de La Latina, pero... ¿conoces la historia oculta tras esta emblemática plaza?

Construida sobre un antiguo cementerio árabe fue, a partir del siglo XVI, núcleo comercial de la Villa, una vez que la Plaza Mayor dejó de ser plaza del mercado. Originalmente, en ella se aventaban las mieses y por ello se llamó Plaza del Viento. Ya con el nombre de Plaza la Cebada, pasó a ser el mercado donde los labriegos vendían sus productos. Fue uno de los puntos económicos más destacados de la ciudad hasta bien entrado el siglo XIX.

En 1870 se levantó en ella un mercado cubierto, siguiendo el estilo de hierro forjado inspirado por Gustave Eiffel, habitual en la época. A mediados del siglo XX se llevó a cabo una remodelación para adecuarlo a las exigencias sanitarias del momento, siendo esa estructura la que ha llegado a nuestros días.

Pero está plaza no fue solamente centro comercial y festivo... también oculta una leyenda negra. Durante los siglos XV y XVI fue el lugar elegido por la Santa Inquisición para celebrar sus autos de fe, torturando y quemando en la hoguera a cientos de infelices, acusados de herejía.

A finales del siglo XVIII pasaron a celebrarse en ella todo tipo de ejecuciones públicas. El primer ajusticiamiento fue el del cirujano francés Juan Pablo Peret, que había intentado asesinar al Conde de Floridablanca en1790. En 1805, se decretó que todas las penas de muerte se celebrarían en esta plaza, y así fue hasta1834, cuando el Marqués viudo de Pontejos las trasladó a las afueras de la Puerta de Toledo.

Aquí exhalaron su último aliento bandoleros como Luis Candelas y Pedro Chico, mientras las iglesias de San Millán y Nuestra señora de Gracia avisaban a los vecinos, con sus campanas, de las ejecuciones, ya que, en aquellos tiempos, las ejecuciones se convirtieron en espectáculos muy concurridos.

En esta plaza, el 7 de noviembre de 1823, fue ajusticiado el general Rafael de Riego. Arrastrado en un serón desde la Real Cárcel de Corte, lloró e imploró todo el camino mientras besaba una estampa, hasta subir al patíbulo, donde fue ahorcado y decapitado. Se dice que los mismos madrileños que poco antes le habían aclamado, ahora se divertían pateando su cabeza, pero... ¿quien no ha improvisado una pachanga futbolera en una plaza con cualquier objeto similar a una pelota?

Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 1843-Madrid, 1920)

Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 1843-Madrid, 1920)

La Plazuela de la Cebada, entonces, como hoy, tenía aquel aire villanesco que la hace tan antipática, el mismo ambiente, la misma arquitectura ramplona
— Benito Pérez Galdós


¿cómo puedo encontrar la plaza de la cebada en Madrid?