Enemigo a las puertas

Puerta de Toledo. Madrid, 2020 ©ReviveMadrid

Puerta de Toledo. Madrid, 2020 ©ReviveMadrid

La puerta de toledo, emblema del dos de mayo

Si sintieras que un intruso quiere entrar en tu casa… ¿qué es lo primero que harías? Probablemente, intentar reforzar la puerta de entrada para impedirle el paso y pedir ayuda. Eso fue lo que hicieron los valientes madrileños el 2 de mayo de 1808, cuando un grupo mujeres y hombres intentaron impedir el paso de los coraceros franceses a su hogar, la Villa de Madrid, atrincherados en uno de sus principales accesos: la Puerta de Toledo.

El levantamiento popular se había producido sobre las 9 de la mañana del lunes 2 de mayo de 1808 en la Plaza de Oriente, cuando el infante Francisco de Paula abandonaba el Palacio Real bajo custodia francesa.

Hacia las 10 de la mañana la revuelta se habían extendido a diferentes zonas de la capital y el mariscal Joaquín Murat ordenaba salir a la calle a todas las fuerzas francesas acuarteladas en Madrid para sofocar los enfrentamientos.

Motivados por el rumor de que el ejército español se había puesto del lado del pueblo, algunos madrileños se dirigieron al Parque de Monteleón para pedir armas con las que luchar contra el invasor. Otros se encaminaron hacía las puertas de la ciudad para impedir la entrada en la Villa del numeroso ejercito francés acuartelado en las afueras de Madrid. Una de ellas, la Puerta de Toledo.

Las fuerzas francesas que rodeaban Madrid contaban con unos 30.000 curtidos soldados. En los cercanos Carabancheles estaba acantonada la brigada de coraceros del general Dupont… un cuerpo de caballería pesada de élite en Europa formado por 926 jinetes, armados con sables y pistolas y protegidos por corazas y cascos de hierro, que se disponían a cerrar el acceso por la Puerta de Toledo y penetrar en Madrid.

Alrededor de la Puerta se fue concentrando una muchedumbre de vecinos de los barrios de Lavapiés, el Rastro y La Paloma, en gran parte mujeres, armadas con palos y navajas. Consigo arrastraron todo tipo de objetos con los que formar barricadas e impedir la entrada de los coraceros franceses.

Hacia las 11.30h Murat dio la orden de entrada en Madrid y los coraceros cruzaron al galope el Puente de Toledo. La primera carga no consiguió acabar con la oposición de los madrileños y los franceses fueron rechazados. La estrecha puerta se había convertido en un matadero de soldados y caballos.

Sin embargo, ante la siguiente carga de los coraceros ya no hubo resistencia posible: la mayoría de los defensores habían caído, incluidos niños, y los supervivientes corrían por la Calle de Toledo para agruparse en el lugar que hoy ocupa la Fuentecilla, donde minutos más tardes se producía otra matanza.

Finalmente los coraceros conseguían entran en Madrid, dirigiéndose hacia la Puerta del Sol, donde poco después se produciría la famosa Carga de los Mamelucos, reflejada por Francisco de Goya en su imponente lienzo.

La Puerta de Toledo donde se sucedieron estos enfrentamientos no es la misma que podemos contemplar en la actualidad en la glorieta de su mismo nombre, sino que se trataba de una anterior, situada un poco más arriba de la Calle de Toledo, por donde discurría la Cerca de Felipe IV. Era una puerta pequeña y angosta, elaborada con ladrillo, como aparece representada en el plano de Pedro Texeira.

La actual Puerta se comenzó a construir para conmemorar la llegada de José I Bonaparte al trono español pero, tras su expulsión del país, se proyectó un nuevo diseño como arco triunfal, paradójicamente dedicado al huido y “restaurado” Fernando VII. Su arquitecto fue Antonio López Aguado.

Inaugurada en 1827, en sus cimientos se había enterrado, en forma de cápsula del tiempo, un cofre con monedas de la época, guías de Madrid, calendarios y constituciones del gobierno de José I. Tras la marcha de José Bonaparte, el Ayuntamiento de Madrid desenterró el cofre y guardó la Constitución de 1812 y algunas medallas de Fernando VII. Cuando “rey felón” abolió esta constitución, mandó desenterrarla y reemplazarla por el Diario Madrid de la época, la Guía de Forasteros, y el Sarrabal de Milán.

Recorrer los escenarios del Dos de Mayo por las calles de Madrid supone devolverle su memoria, forjada por héroes anónimos, que dieron una lección al mundo y demostraron que luchar por la libertad asegura un lugar en la Historia.

Francisco José de Goya y Lucientes (Fuendetodos, 1746-Burdeos, 1828)

Francisco José de Goya y Lucientes (Fuendetodos, 1746-Burdeos, 1828)

Siento ardientes deseos de perpetuar por medio del pincel las más notables y heroicas acciones o escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa
— Francisco de Goya


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