Un secreto a voces
Plaza de Puerta Cerrada. Madrid, 2020 ©ReviveMadrid
el lema oculto de madrid… a la vista de todos
¿Sabrías decirme en menos de un minuto tres eslóganes de marcas de productos habituales en tu día a día? Piensa en marcas de ropa deportiva, de coches, de comida rápida, de cafeteras, de bebidas energéticas, de tiendas de muebles, de cosmética… o incluso de turrones… ¿Cuántos has recordado? Y ahora… ¿sabrías decirme cuál es el eslogan de la ciudad en la que vives? Aunque no lo sepas, Madrid tiene su propio lema desde el siglo XII… y se encuentra, a la vista de todos, en la Plaza de Puerta Cerrada, una de las más concurridas de la capital.
El primer emblema de la ciudad data del siglo XII y fue rescatado tres siglos después por Juan López de Hoyos, primer cronista de la Villa. Representaba un pedernal sumergido en agua, con dos eslabones entrelazados que frotan una piedra de sílex de la que salen chispas.
Ese primitivo escudo incluía dos lemas: uno en latín, “Sic Gloria Labore” (“En el trabajo está la gloria”) y otro en castellano “Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son, esta es mi insignia y blasón”. Este último esconde el origen de la ciudad.
Madrid nació como ciudad musulmana hacia el siglo IX. Los ejércitos musulmanes eligieron esta zona como asentamiento fijo en el centro de la meseta por estar rodeado de montes y bosques, que garantizaban la caza y el suministro de leña y, fundamentalmente, por la abundancia de agua.
La frase “Fui sobre agua edificada” hace referencia a la fundación de Madrid sobre un terreno rico en ríos, aguas subterráneas y arroyos, como el que corría la Calle Segovia, que provocaba que algunas zonas de la ciudad, como la propia Plaza Mayor, fueran pantanosas. Los árabes fueron verdaderos expertos en la canalización de agua, lo que les permitió abastecer sin problemas a la ciudad incluso a través de sus conocidos viajes de agua.
Mayrit fue el nombre que otorgaron a este enclave, a partir del término árabe “Mayra” (matriz o manantial) y el sufijo “it” (lugar). Tras la Reconquista cristiana el nombre árabe derivaría a “Matrice” y, finalmente, al actual Madrid.
Por otro lado, la frase “Mis muros de fuego son” hace referencia a la muralla con que el emir Muhammad I ordenó sellar la ciudad para evitar el acceso de los ejércitos cristianos.
Esa primitiva muralla, cuyos restos podemos encontrar hoy en la Cuesta de la Vega, se construyó con la roca más abundante de la zona, el sílex, también conocida como pedernal. De extracción fácil, resistente y fácil de trabajar, fue muy utilizada en los muros de iglesias y casas del primitivo Madrid, como el Convento de la Encarnación, la Casa de los Lujanes o la Casa de Cisneros.
El pedernal solía utilizarse para prender yesca, ya que al ser golpeado por otras rocas o por metal producía chispas. Se dice que durante las noches de Reconquista, cuando los ejércitos cristianos trataban de tomar las murallas musulmanas, cientos de sus flechas de punta metálica chocaban contra los muros y provocaban un destello de chispas, dando la impresión de que los muros eran de fuego. Esta leyenda daría sentido a la segunda frase que compone el lema de la ciudad.
Hoy en día, podemos encontrar este lema en un mural que decora la Plaza de Puerta Cerrada, una de las más transitadas de la capital, a mitad de camino entre la Plaza Mayor y el barrio de La Latina. Obra del diseñador, pintor y escultor madrileño Alberto Corazón, estos murales protagonizan este espacio desde 1983, por iniciativa del alcalde Enrique Tierno Galván.
Madrid esconde secretos en cada rincón, muchas veces en los lugares por los que caminamos cada día y a la vista de todos… pistas y huellas que nos permiten descubrir las historias y leyendas que componen su frágil memoria.
Enrique Tierno Galván (Madrid, 1918-1986)
“Todos tenemos nuestra casa, que es el hogar privado; y la ciudad, que es el hogar público.”
