Los placeres de la vida

Pastelería La Mallorquina. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

Pastelería La Mallorquina. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

la mancebía de “las soleras”

Dicen que el chocolate es un sustituto del sexo, quizás por eso la mancebía más conocida de la Villa del Madrid en el siglo XVII acabó convirtiéndose, siglos después, en una de las pastelerías más emblemáticas de la capital: la Mallorquina.

Este lupanar era muy conocido en la Villa y Corte desde época de Felipe II y fue especialmente frecuentado por los literatos del Siglo de Oro. Las mujeres que trabajaban en él eran conocidas como “las soleras”, por ubicarse el local en plena Puerta del Sol.

Las mancebías eran lugares en los que la prostitución se ejercía como oficio remunerado. La primera de la que se tiene referencia en Madrid data del siglo XIV y estaba situada en la Calle de Toledo, esquina a la de Arganzuela, entonces denominada Calle de la Mancebía.

En el siglo XVII, la mancebía más cara de la Villa era la de la Calle de Francos, actual Calle Cervantes, en el llamado Mentidero de los representantes. Otra más asequible, frecuentada por la clase media, los militares de graduación y comerciantes, era la situada en la actual Calle Señores de Luzón. La mancebía más barata, a la que acudían los menos pudientes y militares sin graduación, se hallaba en la actual plaza del Alamillo.

Las aspirantes a mancebas debían demostrar ser mayores de 12 años, tener el visto bueno de un médico, haber perdido la virginidad y ser huérfanas, de padres desconocidos o haber sido abandonada por los suyos, siempre que éstos no fueran nobles. Además, debían vestir unos característicos trajes de picos pardos… dando origen a la expresión “irse de picos pardos”.

En tiempos de Felipe III existían en Madrid cerca de 800 lupanares, abiertos día y noche. En 1623 Felipe IV, asesorado por la Inquisición y por su mala conciencia al ser usuario habitual de la mayoría de estos locales, prohibía las mancebías en todo el reino. La ausencia de mancebías públicas multiplicó en poco tiempo la creación de otras nuevas, clandestinas.

Con Felipe V en el trono, se creó la llamada Ronda del Pecado Mortal, encargada de recoger a las prostitutas y llevarlas al Convento de las Recogidas, en la actual Calle de Hortaleza, donde eran acogidas como monjas de clausura. Esta procesión de encapuchados salía en plena noche portando un farolillo y haciendo sonar una campana, repitiendo letanías alusivas a la condenación eterna, con el objetivo de rescatar las almas de las prostitutas, recaudar limosnas y amedrentar a los pecadores.

Al instalarse el alumbrado de gas en Madrid en 1835, la Ronda del Pecado Mortal desapareció... la luz general acababa con la teatralidad de su actuación, mostrando los rostros de vecinos y conocidos... y llamando más a las risas de los pecadores que a su conversión.

Puerta del Sol de Madrid. Siglo XVII

Puerta del Sol de Madrid. Siglo XVII

Apoya en el quicio de la mancebía
Miraba encenderse la noche de Mayo
Pasaban los hombres y yo sonreía
Hasta que a mi puerta paraste el caballo...
— Copla "Ojos Verdes". Rafael de León, Salvador Valverde y Manuel Quiroga


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