Un Sol nocturno

Sala El Sol. Madrid, 2021 ©ReviveMadrid

Sala El Sol. Madrid, 2021 ©ReviveMadrid

Sala el Sol: historia de la música en madrid

¿Recuerdas cuál fue el último concierto al que acudiste en Madrid? Si algo caracteriza a la noche madrileña, entre otras muchas cosas, es la amplia oferta de música en directo que cada día es posible encontrar en locales de la capital: Pop, Rock, Blues, Jazz, Flamenco… La lista es interminable y la calidad difícilmente igualable y es que, a pesar de que la pandemia de covid-19 ha pasado factura a muchos de sus escenarios emblemáticos, las salas de conciertos son y seguirán siendo parte esencial de la vida madrileña desde finales de la década de los setenta del siglo XX.

El 20 de noviembre de 1975, fallecía Francisco Franco. Tras casi cuarenta años de dictadura, España, emprendía su camino de transformación hacia la democracia.

Años antes, la Comunidad Económica Europea había dejado muy claro que no aceptaría la adhesión de España mientras su forma gobierno no se equiparase a la del resto de países miembros, por lo que el cambio político que se iniciaba en nuestro país era condición indispensable para su desarrollo económico.

El cambio social que España había vivido en los sesenta, con el masivo éxodo rural a las ciudades en busca de trabajo, comenzó a reflejarse especialmente en la juventud madrileña de finales de los setenta. Estos jóvenes, criados en barrios obreros, desencantados de la lucha política y conocedores de la miseria de su entorno, necesitaban encontrar una vía de expresión a su frustración.

La democracia supuso una vía de escape para esta generación que, finalmente liberada de la losa del franquismo, se lanzó a vivir el presente. Este es el caldo de cultivo que dio lugar al movimiento social y cultural conocido como “la movida”, que se desarrollaría en la ciudad de Madrid entre los años 1978 y 1985.

En 1979 se celebraban las primeras elecciones generales constitucionales en España, ganadas por UCD, y Tierno Galván, el gran defensor de la movida madrileña, era elegido alcalde de Madrid.

Sin embargo, la joven democracia española, en busca de legitimación social e internacional, necesitaba una imagen regeneradora que hiciera olvidar que había llegado como resultado del pacto con los supervivientes del régimen franquista… y la iba a encontrar en la movida.

Aquella invitación a vivir el presente por parte de los jóvenes españoles se convirtió al mismo tiempo en imagen de su recién estrenada democracia y en foco del discurso político del momento, que de esta manera se aseguraba la atención de los medios internacionales. Era la manera de decirle al mundo que España había hecho del liberalismo un programa a largo plazo: la modernidad que representaba Europa era el mercado común.

En 1985, el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea y la despenalización del aborto fijaron la nueva posición de nuestro país con respecto a Europa... una actitud moderna y liberal que tuvo en la movida el símbolo de una nueva España y un nuevo Madrid.

La movida nació como un fenómeno minoritario surgido entre gente muy joven, con inquietudes artísticas e intelectuales, con un hilo conductor que fue la música underground, pero… ¿qué tipo de música sonaba en España en torno a 1978, cuando arrancó la movida?

Una de las tendencias musicales de la época eran los cantautores políticamente comprometidos que, a lo largo del franquismo, utilizaron la música como arma política. Autores como Luis Eduardo Aute, Víctor Manuel o Elsa Baeza destacaban al final de la década de los setenta, junto con grupos como Jarcha, cuyo tema Libertad sin ira ocupó lo más alto de las listas.

Por otro lado, el rock sinfónico era otra de las tendencias destacadas a finales de esta década. Se trataba de grupos de rock aún influenciados por el rock progresivo, que darían lugar más tarde a los populares grupos heavies, como por ejemplo Barrabás.

Finalmente, una tercera tipología de música underground fueron los grupos de rock andaluz, encabezados por Triana, que entre 1979 y 1981 tuvieron una gran acogida.

A pesar del éxito, ninguno de estos estilos e influencias, a pesar de vender muchos discos, contaron con el apoyo de las compañías y los medios de comunicación, ya que la música más comercial estaba dominada por los ídolos adolescentes, la canción ligera y la música disco. A medio camino entre el rock y el fenómeno de fans estuvo Tequila, el único grupo que, viniendo del rock, alcanzó el éxito masivo en España.

Sin embargo, hacia 1979 el agotamiento de estos estilos musicales ya era un hecho. La juventud necesitaba nuevas influencias y canales de expresión.

A nivel estrictamente musical, la movida fue el resultado de la confluencia de diversas tendencias y estilos, especialmente del punk británico.

El punk llegó a Madrid de la mano de jóvenes burgueses, fascinados por la modernidad de Londres y su contraste con la cultura española, que aún conservaba tintes del régimen franquista. Sus posibilidades económicas les permitieron viajar a Inglaterra, hacerse con los discos de los grupos que sonaban en aquel momento y con los elementos que marcaban la estética punk.

De este modo, en España se producía por primera vez el desarrollo de un estilo musical de manera contemporánea al resto de Europa, un estilo que acabaría desembocando en la nueva ola, con la aparición de múltiples grupos musicales cuyos referentes eran exclusivamente ingleses o americanos.

El año 1979 supuso el punto de inflexión para la movida. Como imagen de una ciudad moderna, este movimiento contó con mayor visibilidad, gracias a su presencia en los medios de difusión nacional, que lo convirtieron en un fenómeno cultural más allá de Madrid.

La creación de Radio 3, proyectó a nivel nacional la música de los nuevos grupos. Su creación contribuyó decisivamente al desarrollo de la música española.

En televisión, diversos programas fueron apareciendo y desapareciendo, sin lograr mantener un espacio para esta nueva ola musical… a excepción de uno, que se convertiría en icono de esta etapa: La edad de oro, dirigido por Paloma Chamorro, un programa con música en directo, entrevistas y noticias sobre el mundo que envolvía a esta nueva cultura.

En cuanto a la prensa, durante los años de la movida la revista La Luna de Madrid contribuyó a dar a conocer a los nuevos grupos madrileños, una publicación que llegó a contar con nombres como: Ouka Lele, Almodóvar, García Alix, Ceesepe, etc.

Además, los primeros años de la movida también se caracterizaron por la aparición de múltiples fanzines, un concepto gráfico nacido del punk. Se trataba de publicaciones caseras, reproducidas en fotocopias, especializadas en un tema o un punto de vista muy concreto y realizadas con medios muy escasos. Se limitaron a ocupar el lugar que le correspondía a la prensa musical, que no llegaba a cubrir de manera suficiente información sobre la escena underground, y se vendían en ciertos puestos del Rastro madrileño, que se convirtieron en punto de encuentro para los iniciados.

1979 también fue el año en el que se inició la reestructuración de la industria discográfica. En España se instalaron las grandes multinacionales y surgieron nuevas iniciativas independientes que dinamizaron el panorama musical, como por ejemplo DRO, Hispavox, RCA, Polydor o Movieplay.

Pero, por encima de todo, la movida madrileña modificó las costumbres cotidianas de los jóvenes españoles y el paisaje urbano de la capital, especialmente el nocturno, a través de un nuevo tejido de locales de conciertos y salas de música en directo.

El papel de estos locales en el nacimiento y desarrollo de la nueva ola musical fue determinante. Sirvieron como espacio de reunión en los que era posible escuchar música interesante y ver, en directo, a los nuevos grupos madrileños, al tiempo que expandían esta nueva música a cualquiera con el interés y la curiosidad suficiente como para acercarse a ellos.

Estos espacios eran herederos de una tradición en la que los bares fueron centro de difusión de la música popular y lugares de reunión para sus amantes pero, al mismo tiempo, respondían a los muchos cambios sociales y culturales que se estaban dando en la España de la época. Uno de estos cambios, determinante hasta nuestros días, fue desarrollo de una economía de consumo… lo que para los españoles supuso toda una novedad.

Durante el franquismo ya era normal que los bares cerraran a altas horas de la madrugada, pero no existía el consumismo capitalista que se desarrolló durante el período democrático. Fue durante los años 80 cuando, por primera vez, grandes masas de población, sobre todo juvenil, tuvieron medios económicos para llenar los miles de locales que proliferaron por las calles de la capital.

La marcha económica nacional e internacional, los intereses de las compañías internacionales de productos de sonido, de refrescos y de moda, se unieron a la tradición nocturna para generar una nueva sociedad consumidora que potenció el desarrollo de múltiples salas y el ocio nocturno madrileño.

A nivel musical, las salas fueron un intento de crear un espacio en Madrid en el que los grupos nacionales, muchos de ellos noveles, pudiesen trabajar en las mismas condiciones que los grupos internacionales punteros, al tratarse de locales con escaso aforo y una calidad acústica relativa en la que todas las bandas trabajaban en igualdad de condiciones.

También permitía a los grupos novatos darse a conocer y promocionarse ante la prensa y los productores, con la esperanza de conseguir contratos en casas de discos que les permitieran triunfar profesionalmente.

Estas salas sirvieron también como punto de encuentro cultural de un Madrid efervescente, en el que solían coincidir artistas de campos tan diversos como la pintura, la fotografía, el diseño o la moda, y en el que se fraguaban constantemente proyectos.

Al mismo tiempo, servían de espacio de convivencia de las distintas tribus urbanas presentes en la capital: punkis, rockers, mods, tecnos, nuevos románticos… a los que se unían personajes de traje serio o figuras destacadas del panorama periodístico y literario del momento. El reducido aforo de estos locales contribuyó a crear conciencia de grupo entre todos ellos.

El primer local que se convirtió en emblema de esta nueva ola musical fue El Penta, inaugurado en 1976 en el barrio de Malasaña. En el mismo barrio, en 1979, abría sus puertas La Vía Láctea.

Otras salas importantes de la época fueron el teatro Martín, el Escalón o la sala Carolina. Pero sin duda, de todos los locales en aquel Madrid de los años ochenta, sería el Rock-Ola el que se convertiría en todo un referente.

Situada en el entorno de la Avenida de América, esta sala nació en 1981 como ampliación de la sala Marquee, al reconvertir un music-hall en sala de conciertos de rock. El hecho de poseer esa infraestructura, unido a su amplio aforo, convirtió Rock-Ola en el templo de la música madrileña.

Su escenario alternaba conciertos de las bandas madrileñas más representativas del momento, con figuras internacionales como Iggy Pop, Spandau Ballet, Simple Minds, Echo and the Bunnymen… o unos jovencitos Depeche Mode.

La contratación por parte del Rock-Ola de estos grupos de éxito internacional sirvió para posicionar a una España, que empezaba a sacudirse los restos del franquismo, en el mapa de las grandes giras musicales internacionales.

Lamentablemente, en marzo de 1985, tras una pelea entre punks y rockers, un joven murió apuñalado en la puerta de Rock-Ola, lo que llevó a las autoridades a cerrar la sala.

De los locales de música en directo que ayudaron a crear el mito de la movida madrileña en los 80, tan sólo se conservan unos pocos hoy día. Quizá el más representativo de todos ellos sea esta sala El Sol, una de las más destacadas de Madrid, en la Calle Jardines número 3.

El 9 de octubre de 1979, abría sus puertas en una ubicación que, a priori, no parecía la mejor, a un paso de la Calle Montera… en un centro de Madrid por aquel entonces degradado, algo turbio y plagado de delincuencia.

Aquel día inauguraba su escenario un cuarteto de adolescentes madrileños, que aún ni siquiera contaba con un contrato discográfico. Su nombre era Nacha Pop y aquella noche presentaron a Madrid la canción que, a la postre, se convertiría en emblema de la movida: Chica de ayer.

Al poco tiempo, la sala El Sol ya se había convertido en referencia musical de un nuevo Madrid, recién nacido a la democracia. Por su escenario pasaban cada día estrellas nacionales como Radio Futura, La Unión, Alaska y los Pegamoides, Loquillo y los Trogloditas, Aviador Dro, Los Secretos, Seguridad Social, etc.

Ya en la década de los noventa, el abanico de invitados se fue abriendo a nuevas generaciones de músicos españoles como Pereza, El Canto del Loco, Amaral, Astrud, Sidonie, Love of Lesbian, Quique González o Nacho Vegas… e internacionales como Alannis Morissette, Moby, The Strokes, Ben Harper o Jackson Browne.

Cuarenta y dos años después de su apertura, la sala El Sol se ha convertido en historia de la música española y símbolo de la evolución social de la capital. Cuatro décadas compartidas con varias generaciones a las que El Sol ha sabido adaptarse para perdurar hasta nuestros días, convirtiéndose en Patrimonio Cultural de Madrid por su contribución a la música en vivo.

Esperamos que este Sol siga brillando como hasta ahora, con luz propia, en la noche madrileña, como remedio contra la actual pandemia… porque aunque la música no vacune el cuerpo, sí alegra el alma.

Antonio Vega Tallés (Madrid, 1957-2009)​

Antonio Vega Tallés (Madrid, 1957-2009)​

Hay que vivir para poder contar y hay que dar tiempo para vivir y dar tiempo para que ocurran cosas, experiencias intensas, exultantes o dramáticas
— Antonio Vega


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