La noche madrileña

Monumento a Luigi Boccherini. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

Monumento a Luigi Boccherini. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

Luigi Boccherini, madrileño de adopción

La ciudad de Madrid sabe ganarse el corazón no sólo de los madrileños sino de todo aquel foráneo que, como un servidor, cae rendido a sus encantos. Es tanto lo que la capital nos aporta que muchos queremos recompensarla… en mi caso en forma de textos que recuperen su memoria… en el caso del violonchelista Luigi Boccherini dedicándole a la villa y corte su maravillosa obra Música nocturna en las calles de Madrid.

Luigi Rodolfo Benito Boccherini (Lucca, 1743-Madrid, 1805) nació en la ciudad Toscana de Lucca, donde comenzó a formarse como violonchelista, siguiendo los pasos de su padre. Ya en la adolescencia, convertido en un intérprete notable y un compositor destacado, se centró en obtener trabajo en las prestigiosas cortes europeas de Viena y París.

Su obra comenzó a ser muy conocida y su nombre a sonar con fuerza en el panorama musical de la época como uno de los grandes impulsores de la música de cámara, mérito reconocido por el propio Franz Joseph Haydn.

Con tan sólo veinticinco años Boccherini viajaba a Madrid, invitado por el embajador español en París. Su objetivo era trabajar en la corte de Carlos III, pero tuvo que conformarse con un puesto más modesto: “compositor y virtuoso de cámara” del infante Don Luis de Borbón, hermano pequeño del rey.

Hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio, Don Luis se había convertido, con sólo siete años, en Arzobispo de Toledo, máxima autoridad de la Iglesia en España. Con veintisiete había presentado su renuncia ante el Rey y el Papa por su falta de vocación y por su inclinación al sexo… y este último la había aceptado gustoso, concediéndole una renta anual de 946.107 reales como compensación. Don Luis se dedicó desde entonces a disfrutar de sus aficiones: la caza, el arte, la música y el sexo.

La corte española no residía propiamente en Madrid, sino que se desplazaba por varios palacios cercanos a la capital: en El Pardo desde el 10 de enero; en Aranjuez durante la primavera; en Madrid desde el 27 de junio; en La Granja desde el 27 de julio; en El escorial desde el 10 de octubre y de nuevo en Madrid desde el 5 de diciembre. Junto a la corte se desplazaba un ejército de servidumbre, auxiliares, cortesanos y diplomáticos, incluyendo a los músicos y por tanto, a Boccherini.

Desde 1770 el italiano trabajó como músico de cámara del infante Don Luis en el grandioso palacio neoclásico que el arquitecto Ventura Rodríguez le había construido en Boadilla del Monte. En estos años el compositor pudo convivir con la alta sociedad de la villa y corte y frecuentar a numerosos artistas de toda índole que satisfacían las inquietudes culturales de su mecenas, como el pintor Francisco de Goya.

Sin embargo, la afición por el sexo y los continuos escarceos amorosos del infante Don Luis colmaron la paciencia de su hermano, Carlos III, que le obligó a exiliarse de la corte para instalarse en Arenas de San Pedro, Ávila. Boccherini seguiría a su patrocinador en este castigo, consciente de que para él supondría un doble exilio: alejado del entorno de la música europea y de la corte de Carlos III y sus inquietudes culturales.

Durante su estancia de ocho años en Arenas de San Pedro, el italiano compuso casi un centenar de piezas, entre las que se encuentra su gran homenaje a la ciudad de Madrid: La Música nocturna de las calles de Madrid. En ella retrata las noches de la Villa, con su bullicio, el sonido de las campanas de las iglesias, los bailes en los que se divertían los jóvenes en los barrios y, finalmente, la Ritirata o toque de queda a medianoche.

Esta pieza llegó a hacerse muy famosa en el Madrid de la época. Curiosamente, el propio compositor llegó a escribir a su editor en París pidiéndole que nunca fuese publicada fuera de España porque, a su juicio, nadie que no hubiese vivido el ambiente madrileño de la época podría comprender, e incluso interpretar correctamente, esta partitura.

En el año 1785 cambió sustancialmente su vida: fallecen su esposa Clementina y, meses después, su patrón Don Luis de Borbón. Boccherini regresa a Madrid solo, con seis hijos y en busca de trabajo.

En 1786 entró al servicio de María Josefa Pimentel duquesa de Osuna y Condesa de Benavente como compositor y director de su orquesta. A partir de 1787 Boccherini restableció su residencia de nuevo en la capital.

El abandono repentino del mecenazgo de María Josefa Pimentel en 1797 provocaron que Boccherini fuera decayendo en los últimos años de su vida, pasando a vivir en el primer piso del número 18 de la Calle de la Madera, en la que compuso su zarzuela Clementina y, posteriormente, a una sola habitación en el número 5 de la Calle Jesús y María.

El 28 mayo de 1805, Luigi Boccherini fallecía a causa de una complicación pulmonar. Aunque se cree que murió siendo pobre, un reciente estudio de su testamento rebate esta teoría.

Boccherini fue enterrado en la iglesia de los Santos Justo y Pastor de la calle del Sacramento de Madrid, hoy Basílica Pontificia de San Miguel. En 1927 Mussolini ordenó trasladar los restos del compositor a Lucca para ser enterrado en la iglesia de San Francisco, en el panteón de los hijos ilustres de esa ciudad toscana.

La ciudad de Madrid rinde homenaje a uno de sus más queridos “hijos adoptivos” con este busto en los Jardines de la Cuesta de la Vega, junto al Palacio Real, que representa al compositor vestido de época, con una casaca decorada con flores de lis, emblema de la Casa de Borbón.

La música de Luigi Boccherini es un regalo para la ciudad en la que vivió treinta y siete años de su vida, un cuadro musical tan vivo de sus calles y sus gentes que sigue siendo hoy, tres siglos después, la banda sonora clásica de Madrid.

Luigi Boccherini (Lucca, 1743-Madrid, 1805)

Luigi Boccherini (Lucca, 1743-Madrid, 1805)

Si Dios quisiera hablar a los hombres se serviría de la música de Haydn, pero si quisiera oir música elegiría, sin duda, la de Boccherini
— Jean-Baptiste Cartier


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