¡Pasajeros al tren!

Museo del Ferrocarril. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

Museo del Ferrocarril. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

origen del ferrocarril en españa, motor de cambios

Un viaje en tren siempre transmite una magia muy especial… un romanticismo que la literatura y el cine han sabido transmitir a lo largo de generaciones. Trenes míticos, como el Orient Express o el Transiberiano forman parte de nuestro imaginario pero… ¿sabías que en Madrid existe un ferrocarril todavía más antiguo y con más glamour, si cabe? Se trata del Tren de la fresa y, si no lo conoces, no sabes lo que te pierdes.

Antes de que se construyeran las primeras líneas de ferrocarril en España lo más rápido para moverse por el país eran las diligencias, carruajes que circulaban regularmente por las carreteras de la época. Sin embargo, el viaje entre regiones podía ser cuestión de días.

El primer ferrocarril español no se construyó en la Península sino en Cuba, colonia española hasta 1898, uniendo La Habana con Güines, en 1837. La primera línea ferroviaria construida en la península ibérica fue la de Barcelona-Mataró, en 1848. Madrid decidió que no podía ser menos, siendo sede de la corte y capital del reino, y decidió construir una vía férrea propia.

El marqués viudo de Pontejos ya había presentado un proyecto de línea ferroviaria, que sería abordado finalmente bajo el patrocinio del marqués de Salamanca, quien aprovechó sus influencias como ministro de Hacienda para obtener la concesión de la línea Madrid-Aranjuez, tras realizar un depósito de 6 millones de reales. Buscó nuevos socios y fundó la Sociedad del Ferrocarril de Madrid a Aranjuez, con un capital de 45 millones de reales.

Las obras se iniciaron a finales de 1846 y en ellas trabajaron unos 7.000 hombres, incluyendo la construcción de sendos puentes sobre los ríos Jarama y Tajo. La línea fue inaugurada el 9 de febrero de 1851, en un acto presidido por la reina Isabel II, desde el apeadero de Atocha.

El nuevo medio de transporte fue toda una revolución: la distancia entre Madrid y Aranjuez se redujo de las siete horas empleadas por las diligencias a hora y media. Además, permitía viajar a cientos de personas y mercancías a la vez y suponía el primer paso para llevar el ferrocarril desde Madrid a Andalucía y al Levante. Cada día llegaban a Madrid los productos de la huerta ribereña, fresas y espárragos, de los que acabaría tomando el nombre de Tren de la Fresa.

Tres meses más tarde, la línea ferroviaria ya reportaba al marqués de Salamanca 50.000 reales al día. Un año después de su inauguración, en una turbia operación con el gobierno de los liberales, el marqués conseguía vender al Estado el tramo Madrid-Aranjuez por más de 60 millones de reales.

Por la línea Madrid-Aranjuez circulaban tres trenes diarios en cada sentido, con un precio por viaje de 20 reales en primera clase, 14 en segunda, 8 en tercera y 4 en cuarta. En esta categoría última los viajeros iban de pie y a la intemperie.

Símbolo del progreso y la revolución industrial, 30 años después de inaugurar esta línea ya existían en Madrid varias estaciones de ferrocarril: Atocha, la estación del Norte (actual Príncipe Pío), Imperial y Delicias. Esta última, inaugurada en 1880, fue la primera de las cuatro construida con estructura metálica. Proyectada por el ingeniero francés Émile Cachelièvre, es un magnífico ejemplo de la arquitectura del hierro del siglo XIX en la capital y acoge en la actualidad este maravilloso Museo del Ferrocarril, uno de los más curiosos y románticos de la ciudad.

Hoy, en la época de los trenes de alta velocidad, somos incapaces de imaginar esos viajes eternos y llenos de incomodidades… salvo que seamos usuarios de uno de los trenes que comunican Madrid con Extremadura… más de cinco horas de recorrido en una de las líneas más deterioradas, vergonzantes y poco fiables del mapa ferroviario español, una asignatura pendiente para cualquier gobierno que impide a muchos conocer y disfrutar de una de las regiones más hermosas de nuestro país.

Prosper Mérimée (París, 1803 – Cannes, 1870)

Prosper Mérimée (París, 1803 – Cannes, 1870)

He encontrado aquí muchos cambios. La civilización ha hecho progresos muy considerables, demasiado considerables para nosotros, aficionados al color local. El miriñaque ha desbancado por completo a la antigua saya, tan bonita y tan inmoral. Se dedican mucho a la Bolsa y hacen ferrocarriles. Ya no hay bandoleros y casi tampoco guitarras
— Prosper Mérimée


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