El lobo de... ¿Wall Street?

Palacio del Marqués de Salamanca. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

Palacio del Marqués de Salamanca. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

El marqués de Salamanca, de la fortuna a la ruina

¿Te imaginas poseer una inmensa fortuna y pasar a la ruina más absoluta de la noche a la mañana? Parece una pesadilla… pero nuestro protagonista, el Marqués de Salamanca, es la muestra de que todo es posible.

Tras la muerte de Fernando VII en 1833, España inició una etapa marcada por los escándalos financieros dirigidos por la Corona que convirtieron el período isabelino uno de los más corruptos en la Historia de nuestro país. José María de Salamanca y Mayol (Málaga, 1811- Madrid, 1883), fue digno hijo de esta época.

Llegado a Madrid en 1830 desde su Málaga natal, ocupó diversos puestos políticos hasta convertirse en diputado. Comenzó también a frecuentar los círculos palaciegos, trabando amistad con Fernando Muñoz, segundo esposo de la reina regente María Cristina. Junto a Muñoz y al general Narváez, formaron un triunvirato que durante una década dirigió la vida financiera del reino.

Por entonces, José de Salamanca ya se había consagrado como un hábil hombre de negocios e inversor, empleando el tráfico de influencias y la información privilegiada para conseguir ganancias: en una sola sesión de la Bolsa llegó a ganar tres millones de reales. Se dice que al día siguiente volvió a la Bolsa y perdonó las deudas a todo aquel que le debía dinero al grito de: “¡Perdono a tutti!”

En 1839 se agenció el monopolio de la sal, controlando la fabricación, administración y distribución de toda la sal de España, en una operación que le habría reportado una fortuna del orden de los 300 millones de reales, llegando a convertirse en el hombre más rico del país. Apenas un año después obtuvo la concesión del ferrocarril Madrid-Aranjuez, con un capital de 45 millones de reales.

Además, llegó a comprar el Teatro Circo, ubicado por aquel entonces en la Plaza del Rey, donde se reunía lo más granado de la sociedad madrileña del momento. El teatro no le aportó dinero, pero incrementó su prestigio social y se convirtió en el lugar perfecto para cerrar tratos con las altas esferas.

Además de su palacio en Madrid, poseía una finca en Aranjuez, otra en Los Llanos, una casa en Carabanchel de Arriba, el palacio de Vista-Alegre, un palacio en Lisboa, un hotel en París y otro palacio alquilado en Roma. En todos ellos mantenía servidumbre activa todos los días del año y cuando viajaba le acompañaban su cocinero, su ayuda de cámara y dos criados.

Se convirtió en un personaje tan influyente que llegó a ser nombrado ministro de Hacienda. Al poco tiempo fue acusado de haberse beneficiado de su puesto para conseguir lucrativos negocios y se ordenó a la policía que lo detuviera. Rápidamente, Salamanca se refugió en la embajada de Bélgica, por aquel entonces en la calle Barquillo, donde evitó la detención al ocultarse dentro de un baúl. Finalmente consiguió huir a Francia disfrazado de sargento, oculto entre un pelotón que le acompañó hasta la frontera. Una amnistía otorgada por el general Narváez posibilitó su vuelta a España.

A partir de 1860, la carrera del marqués del marqués de Salamanca comenzó su declive. El arquitecto Carlos María de Castro había planteado un nuevo plan urbanístico de la capital, con el fin de ampliar las afueras y que la ciudad pudiera crecer. Uno de los primeros en edificar siguiendo aquel nuevo plan fue José de Salamanca, quien vio una oportunidad de negocio. Pretendía dar forma a una zona aristocrática y aprovechó este ensanche para dejar atrás las casas sin agua corriente, sin alcantarillado y sin alumbrado.

Él mismo decidió construir su nuevo palacio en esta zona, en el Paseo de Recoletos. Este edificio actualmente es sede de la Fundación BBVA y en aquel momento se convirtió en la única vivienda de Madrid con agua corriente, calefacción, cocina de carbón, luz eléctrica y retrete. Además, para acercar este nuevo barrio a la ciudad, el marqués creó la primera línea de tranvía de Madrid, tirada por caballos.

Según finalizaba la construcción de viviendas, Salamanca las hipotecaba para conseguir más fondos y seguir construyendo. Sin embargo, las ventas no se produjeron y pronto el marqués no pudo pagar sus préstamos. En poco tiempo había dilapidado su fortuna de cerca de 400 millones de reales con la construcción del distrito que acabaría llevando su nombre. Se vio obligado a vender el palacio de la calle Recoletos, sus propiedades y su colección de cuadros, entre los que había obras de Velázquez y Goya. El nuevo Barrio de Salamanca quedó en manos de una sociedad constituida por el Banco de París.

Las deudas habían sumido al marqués en la más absoluta ruina. El 21 de enero de 1883 fallecía en su Quinta de Carabanchel, solo y sin amigos, con la única compañía de su mayordomo.

El marqués de Salamanca pasaba a la Historia no sólo como maestro de la especulación y las relaciones públicas, sino también como uno de los personajes más fascinantes del siglo XIX español, una apasionante vida que marcaría para siempre la historia y la fisonomía de la ciudad de Madrid.

José María de Salamanca y Mayol (Málaga, 1811- Madrid, 1883)

José María de Salamanca y Mayol (Málaga, 1811- Madrid, 1883)

Madrid se nos está quedando chico. Es tan pequeño que no se puede salir a la calle. Siempre tiene uno la desdicha de encontrarse a todas las personas que le cargan. ¡Voy a dar a Madrid el más cómodo, higiénico y elegante de los barrios!
— José de Salamanca y Mayol


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