revive la música del madrid mozárabe y sefardí


Música del Madrid Sefardí

Sefarad es el nombre que la tradición judía otorgó a la tierra situada en los confines occidentales de Europa. Por su parte, el término “sefardíes” define a los judíos que vivieron en la península ibérica desde tiempos del Imperio Romano.

La música sefardí o sefardita nació de los judíos españoles instalados en Castilla y Aragón que adaptaron las canciones populares castellanas hasta su expulsión, por parte de los Reyes Católicos, en 1492.

Se trata por lo tanto de una fusión de música árabe y cristiana: árabe  en el ritmo y los instrumentos; cristiana por el idioma en que se cantaban, el castellano.

Así, cuando se habla de música sefardí no se habla de un género nuevo como tal, sino de la adaptación de unas melodías ya existentes compuestas por los judíos llegados a España, que ganaron con la llegada de los sefardíes en riqueza rítmica e instrumental.

La temática más corriente de las canciones sefardíes fue la amorosa, aunque también predominaron las canciones de cuna y las de boda, así como las relacionadas con los festivales religiosos judíos e historias bíblicas.

Al ser expulsados de España, los sefardíes emigraron principalmente al Imperio Otomano y el norte de África, llevando consigo su herencia musical y su idioma, que finalmente se convirtió en el judeoespañol.

Existen registros de canciones de los judíos españoles instalados en Castilla, Andalucía y Aragón ya en el siglo XII. Sin embargo, una parte sustancial, no de los textos sino de la música original de la España Medieval, se perdió con el paso de los siglos.

Con la música sefardí que se sigue practicando actualmente en el Mediterráneo oriental podemos hacernos una idea de como sonaba esta música en la Edad Media ya que, gracias a una fuerte tradición oral, muchas de las canciones han logrado ser preservadas en cancioneros tradicionales. Sus intérpretes han sabido mantener las canciones en castellano que heredaron de sus antepasados ibéricos, pese al paso de los siglos, añadiendo palabras propias de cada idioma autóctono.


música del madrid mozárabe

Mozárabe es el nombre con el que se conoce a la población cristiana, de origen hispanovisigodo, instalados en el territorio de Al-Ándalus y que, al igual que los judíos, vivían como protegidos a cambio de lealtad al estado y el pago de impuestos.

El canto mozárabe (también denominado visigótico o hispánico) define la expresión musical asociada a la liturgia hispánica, propia de la Iglesia visigoda española, y que aún pervive en nuestros días.

Tras la conquista musulmana de la península ibérica en el 711, la originalidad de la liturgia hispánica y del canto a ella asociado se salvaguardó tanto en los núcleos cristianos aislados al norte, como en las comunidades cristianas bajo dominio musulmán.

Las marcas pirenaicas adoptaron modelos de liturgia pregregorianos, pero ya en el siglo IX se implantó el canto gregoriano en muchas de sus iglesias.

Aunque la sociedad andalusí permitió a los cristianos participar en la cultura civil asumiendo el árabe como lengua culta, estos mantuvieron el latín como vía de comunicación y conservaron intacto el legado litúrgico y musical de época visigoda. La influencia de los sistemas musicales árabes quedó así minimizada.

La progresiva presión sobre la población cristiana provocó un creciente movimiento migratorio de estas comunidades hacia el norte. El traslado de esta población y la creación de nuevos asentamientos mozárabes en zona cristiana desarrolló dos tradiciones litúrgicas y musicales que evolucionaron de manera diferente: la castellano-leonesa, y la toledana, más conservadora, en territorio musulmán, a la que pertenecía el área de Madrid.

A mediados del siglo XI, el rito hispánico comenzó a ser reemplazado por el rito romano. Alfonso VI de Castilla declaró oficialmente la abolición de la liturgia hispánica (visigótica) y su sustitución por la romana.

Sin embargo, durante la reconquista de Toledo (1085), como concesión en el pacto de conquista, seis parroquias toledanas obtuvieron permiso para conservar la antigua liturgia y el canto hispánico se mantuvo.

En pleno proceso reformador de la Iglesia castellana, con el apoyo de la reina Isabel la Católica, el cardenal Cisneros, arzobispo de Toledo, creó en 1495 una capilla en la Catedral de Toledo para conservar la antigua liturgia.

También acometió una destacada labor de recopilación y ordenación litúrgica, ya que cada parroquia celebraba la misa y los oficios de manera diferente, por lo que la tradición oral que sustentaba el canto se iba perdiendo, y consiguió reunir gran cantidad de códices procedentes de todo el reino.

Mandó una reconstrucción de los textos y un estudio de los recursos litúrgicos que culminó en la impresión de un nuevo misal y de un breviario. En ellos se transcribieron las melodías que aún se conservaban a la notación cuadrada: los antiguos textos que se conservaban permitieron la reconstrucción aproximada de la liturgia tal y como era en la época visigoda… sin embargo, no pudo hacerse lo mismo con el canto.

Se conservan manuscritos de los siglos IX al XI con prácticamente todo el canto mozárabe o hispánico, pero desgraciadamente están escritos en una notación neumática que no indica los intervalos y, por tanto, no puede leerse. Tan sólo veintiuno de la gran cantidad de cantos conservados pueden leerse al encontrarse transcritos de un manuscrito más tardío del siglo XII. Por tanto, ni siquiera las melodías restauradas son realmente auténticas, a excepción de algunas conservadas por vía oral.

En 1992 se presentó el primer volumen del Misal Hispano-Mozárabe, fruto de un arduo trabajo de investigación y restauración de los ritos antiguos.

Además, para lograr la supervivencia del rito, el papa Juan Pablo II amplió los permisos de uso de la liturgia hispánica y de su canto a todos los lugares de España que lo requirieran. Así se siguen realizando celebraciones con este rito en Madrid, entre otras en la Iglesia de San Pascual, en el Paseo de Recoletos.

 
 

 

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