La niña de la curva

Casa de las siete chimeneas. Madrid, 2018 ©ReviveMadrid

Casa de las siete chimeneas. Madrid, 2018 ©ReviveMadrid

La casa de las siete chimeneas: historia, misterio y leyenda

Fantasmas, duendes, santa compaña, posesiones diabólicas, asesinatos misteriosos, casas encantadas… Madrid no sólo es una ciudad moderna, repleta de atractivos terrenales para sus visitantes, también es fuente de mitos y leyendas.

Desde sus orígenes, en la capital se han producido numerosos hechos relevantes que han contribuido a engrandecer la memoria de la ciudad, haciendo de ella escenario de acontecimientos memorables… no sólo de anécdotas históricas, sino también de leyendas urbanas que hacen las delicias de los fans del misterio. Una de ellas, la que encierra esta emblemática Casa de las Siete Chimeneas, es sin duda una de las más conocidas y difundidas desde hace siglos.

Las leyendas urbanas son aquellas historias que se han construido partiendo de elementos reales y reconocibles, aderezados con otros ficticios, que tenían por objetivo revelar las motivaciones, esperanzas, sueños, dudas y temores de la gente.

Nos las creyéramos o no, las leyendas urbanas siempre han existido, formando parte del folclore de la sociedad de cada momento, un elemento más del acervo común de cada lugar que incluye sus creencias, costumbres y conocimientos. De esta manera las leyendas, aunque no son historia, sí forman parte de la historia de un lugar.

Estas historias debían acercarse a la conciencia del pueblo y para ello solían desarrollarse en escenarios que resultaban familiares a la mayoría de sus habitantes, en lugares comunes de su propio entorno, que formaban parte de una cotidianidad bien conocida.

Como las leyendas urbanas formaban parte del folclore, se enriquecieron de la tradición oral y son el resultado de una creación colectiva en la que cada individuo se volvía coautor al añadir, acentuar, enfatizar, abundar o suprimir distintos aspectos de la narración, que eran transmitidos de generación en generación.

La esencia de la leyenda estaba en las historias relatadas y en las palabras de aquellos narradores capaces de crear el clima adecuado para que el relato pareciera vivo… narradores, por lo general, de una excepcional memoria, don de la palabra y gestualidad. Por ello, el concepto de leyenda no se puede separar de la narración oral y de los narradores populares, como por ejemplo la literatura de cordel.

Recopilar leyendas o narraciones orales de cualquier tipo otorgaba además el valor de aprender a escuchar a las personas mayores y su propia experiencia: escucharlos a ellos equivalía a leer libros cuando apenas nadie sabía leer.

La literatura y el arte se convirtieron en los principales medios para expresar o comunicar una forma de pensamiento acerca de diferentes temas, para reflexionar o explicar los hechos y las preocupaciones del hombre de todos los tiempos: la vida, la enfermedad, la muerte, la comunicación con el más allá, la presencia de seres reales y extraterrenales con poder para ocasionar el bien y el mal y el valor de la religión en la vida del hombre de todas las épocas.

Lo fantástico, lo extraordinario, lo oculto y lo paranormal se convirtieron así en historias propensas a ser difundidas y convertirse en leyendas.

Desde el comienzo, su escucha generó seguidores “adictos”, de manera que la oferta de fábulas misteriosas siempre dejó su poso en la memoria popular de los madrileños, especialmente desde el siglo XVI.

De esta forma, a lo largo de casi cinco siglos de capitalidad, se han generado numerosas leyendas que hoy forman parte de la memoria del viejo Madrid, destinadas a embellecer su origen y desarrollo, así como el patrimonio de sus habitantes.

Arte, Historia, misterio y leyenda… una combinación de la que sólo algunos lugares de Madrid pueden presumir, entre ellos la llamada Casa de las Siete Chimeneas… uno de los edificios más emblemáticos de su paisaje urbano y misterioso, que esconde una de las leyendas más conocidas por los vecinos de la capital.

Considerado uno de los pocos ejemplos de arquitectura civil de época de Felipe II que se conservan en la ciudad, la Casa de las Siete Chimeneas se ubica en la actual Plaza del Rey.

En el siglo XVI se trataba tan sólo de una casa de campo rodeada de huertas y jardines, en el límite de la ciudad, y originalmente su construcción se atribuyó a Juan Bautista de Toledo y Antonio Sillero, con una ampliación posterior del propio Juan de Herrera.

Sus jardines ocupaban gran parte de lo que hoy es la plaza, junto con un amplio invernadero y un estanque. En 1584 se añadieron el tejado a cuatro aguas y las siete chimeneas que le dieron su popular nombre y que, según cuenta la tradición, representan los siete pecados capitales.

En el siglo XVIII la casa fue ocupada por Leopoldo de Gregorio, marqués de Esquilache, ministro de Carlos III. Durante el motín social ocurrido en 1766, la casa fue saqueada por el pueblo de Madrid.

Desde la Calle de las Infantas, cerca de mil personas llegaron hasta la Plaza del Rey y asaltaron esta casa, destrozando sus vidrieras y mobiliario, saqueando sus bienes y llegando a asesinar a uno de sus mayordomos. Esquilache se salvó de una muerte segura por no encontrarse en ese momento en el domicilio.

En el siglo XIX sus jardines pasarían a acoger el primitivo Circo Price y, durante el reinado de Alfonso XIII, se convirtió en la primera sede del Lyceum Club Femenino, una asociación cultural feminista destinada a defender la igualdad de la mujer y su plena incorporación al mundo de la educación y del trabajo. Actualmente, este edificio alberga la sede del Centro de Información y Atención al Ciudadano del Ministerio de Cultura.

Sin embargo, si por algo es especialmente conocida esta casa, es por la leyenda negra que atesora y que se remonta a su primer dueño, un montero de Felipe II, que mandó construir el edificio original para su hija Elena, de quien se dice el rey austria fue amante en secreto.

La belleza de la joven cautivó al futuro monarca cuando aún era príncipe pero, al no pertenecer a la nobleza necesaria para poder contraer matrimonio, la joven Elena se casó con un capitán del ejército del Rey apellidado Zapata.

Poco después del enlace, el recién casado militar tuvo que partir a la guerra en Flandes, donde participó en la famosa batalla de San Quintín, muriendo en combate.

Al enterarse de su fallecimiento, su joven viuda quedó desolada por la pena. Apenas comía ni dormía hasta que, finalmente, murió de tristeza.

El asunto se complicó cuando sus criados comenzaron a sospechar que, en realidad, Elena no había muerto de pena sino asesinada, tras descubrir en su cuerpo señales de violencia.

Por si fuera poco, el cadáver de la joven desapareció sin dejar rastro dando comienzo a las especulaciones: mientras unos acusaron del crimen al padre de Elena, otros sostenían que había sido emparedada en algún lugar de la casa. Al no poder soportar las acusaciones, el padre de la joven se suicidó, ahorcándose en los salones de esta misma vivienda.

Tiempo después, cuando el suceso ya había quedado relegando al olvido, un rumor surgió con fuerza: algunas noches la figura de una joven vestida de blanco se deslizaba sobre el tejado de esta casa, entre las chimeneas. Portaba una antorcha en una mano y con la otra señalaba hacia el Alcázar, donde habitaba el ya Rey Felipe II: los vecinos afirmaban que se trataba del fantasma de Elena, que reclamaba justicia y acusaba al monarca de su muerte y de la desaparición de su cadáver.

Pasaron los siglos y, ya en el XIX, el Banco de Castilla decidió ubicar su sede en este inmueble. Durante las reformas, en el sótano del edificio se descubrieron los restos del esqueleto de una mujer, enterrada junto con unas monedas del siglo XVI… los tiempos de Felipe II.

El macabro descubrimiento revivió la leyenda del fantasma de Elena, y las especulaciones sobre las verdaderas razones de su muerte… aunque, una vez más, el misterio quedó sin respuesta, dando lugar a una de las leyendas más conocidas de la historia de Madrid.

Como veis, las leyendas son algo vivo y crecen con las sociedades, construyendo la memoria colectiva de cada lugar y cada época… un patrimonio intangible que depende de la voluntad de todos para su permanencia en el tiempo.

Conocer nuestras leyendas y nuestros mitos nos ayuda a recordar nuestro pasado e identificarnos con el presente. Por eso, si algún día, observando el tejado de la Casa de las Siete Chimeneas, coincidís con el fantasma de Elena, no dudéis en invitarla a una de las terrazas de la animada Plaza del Rey… porque la hospitalidad de los madrileños también forma parte de la leyenda de esta ciudad, esa que cuenta que en la capital se acoge a cualquiera, pertenezca a este mundo o a cualquier otro.

Casa de las Siete Chimeneas. 1882

Casa de las Siete Chimeneas. 1882

Son los espíritus tan hidalgos en la plebe, que es menester nuevo reparo para no juzgar que todo Madrid se compone de Señores
— Antonio Núñez de Castro


¿Cómo puedo llegar a la casa de las siete chimeneas en Madrid?