Dulce hogar

Casa-Museo de Lope de Vega. Madrid, 2018 ©ReviveMadrid

Casa-Museo de Lope de Vega. Madrid, 2018 ©ReviveMadrid

casa de lope de vega… “mi casilla”

¿Cómo os sentiríais si cada día al salir de casa tuvierais que comprobar lo bien que le trata la vida al mayor de vuestros enemigos? Algo parecido debió sentir Miguel de Cervantes, quien vivió sus últimos años a menos de cien metros de su gran rival, en lo literario y lo personal, Lope de Vega. Mientras el alcalaíno sobrevivía en una ruinosa morada, Lope disfrutaba de una de las residencias más confortables de la antigua Calle Francos, actual Calle Cervantes.

En esta zona del antiguo Barrio de las Musas (actual Barrio de las Letras), centro del popular mentidero de los representantes, Félix Lope de Vega adquirió la vivienda en la que pasaría los últimos veinticinco años de su vida. El poeta y dramaturgo la compró en 1610 por 9.000 reales para vivir junto a su segunda mujer, Juana de Guardo.

Por aquel entonces, no era frecuente que la gente pudiera comprar una casa, solían alquilarlas. Lope, orgulloso de tenerla en propiedad, mandó tallar esta frase que hoy podemos encontrar en el dintel sobre la puerta de entrada: "Parva propia, magna. Magna aliena, parva" (Lo pequeño, siendo propio, es grande / Lo grande, siendo ajeno, es pequeño).

Sus muros acogieron no sólo la producción de algunas de sus mejores obras, sino también algunas de sus mayores pérdidas. En ella fallecieron su hijo Carlos Félix, de sólo siete años, y su esposa Juana. También allí pasó sus últimos días, demente y ciega, uno de los grandes amores del genio madrileño, Marta de Nevares.

A causa de la llamada regalía de aposento, impuesta en Madrid desde 1561, los propietarios de casas con más de dos alturas debían alojar a militares o miembros de la corte. Así, Lope se vio obligado a alojar durante ocho meses al capitán Alonso de Contreras… personaje que serviría de inspiración a Arturo Pérez Reverte para crear a su héroe literario, el Capitán Alatriste.

En esta casa, el 24 de agosto de 1635, es probable que, como cada día, Lope se levantara temprano, oficiara misa en el oratorio de la primera planta, cuidara de su jardín y se encerrara a trabajar en su estudio. Horas más tarde, sufría un desmayo al asistir a una conferencia de Medicina y Filosofía en el Seminario de los Escoceses. Dos días más después, Lope fallecía en su alcoba de esta casa y era enterrado en la cercana Iglesia de San Sebastián.

En su testamento, Lope legó la casa a su hija Feliciana, de quien pasó al último nieto conocido del autor, Luis Antonio de Usátegui. Este, a su vez, se la vendió en 1674 a la comedianta Mariana Romero. En los siglos XVIII y XIX, cambió de manos varias veces y sufrió algunas transformaciones hasta que, en 1931, fue adquirida por la Real Academia Española, su actual propietaria, acogiendo desde entonces la Casa-Museo de Lope de Vega.

A pesar de las reformas, hoy se conservan algunas estructuras y aposentos en su ubicación inicial, según las referencias que Lope plasmó en sus obras, en las que se refería a ella como “… mi casilla, mi quietud, mi huertecillo y estudio…”.

Visitar la Casa Museo Lope de Vega no solo sirve de homenaje a nuestro “Fénix de los Ingenios”, sino también como puerta de entrada a la sociedad y costumbres del Madrid del Siglo de Oro.

Jardin de la Casa-Museo Lope de Vega. Madrid, 2018

Jardin de la Casa-Museo Lope de Vega. Madrid, 2018

Mi casilla, mi quietud, mi huertecillo y estudio...
— Félix Lope de Vega


¿Cómo puedo encontrar la Casa de Lope de Vega en Madrid?