Madrid dormía. No con el sueño plácido de quien descansa, sino con ese letargo inquieto de las ciudades que aún no saben lo que son. Cubierta de nieblas matutinas y faroles de gas…
Leer másLuigi Boccherini dejó la pluma sobre la mesa y frotó sus ojos cansados. La vela agonizaba en un charco de cera derretida, y las sombras en la habitación temblaban con la misma…
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